DETECCIÓN
DE LA AFECCIÓN DE LA PRÓSTATA. La próstata es la única glándula
sexual accesoria en los perros machos.
Se concentra en la parte posterior de la vejiga rodeando
la uretra (conducto por el cual la orina abandona la vejiga).
Produce un líquido que es volcado hacia dicho conducto
para ser eliminado hacia el exterior cuya función
es transportar los espermatozoides durante la eyaculación.
Esta glándula requiere la presencia de hormonas
masculinas para crecer y mantener su tamaño.
La enfermedad más frecuente de la próstata
en los perros se llama hiperplasia prostática benigna.
Es en realidad una modificación que sufre la glándula
por su envejecimiento, dando como resultado su aumento
de tamaño con la edad.
Se presenta por lo tanto en perros no castrados (ya que
como dijimos, su crecimiento depende de la presencia de
hormonas masculinas) y de mediana edad o viejos.
Los perros afectados están de buen ánimo
y sin síntomas de enfermedad, pero pueden presentar
dificultades para defecar y también para orinar.
Puede verse también en estos animales goteo de
orina o de sangre independientemente al acto de orinar.
El goteo de sangre suele estar asociado a la erección.
La complicación más frecuente de esta patología
es la infección de la glándula lo que ya
compromete el estado general del animal.
También pueden afectar a la próstata: quistes,
abscesos o tumores. La detección precoz de todas
estas patologías puede ser posible realizando un
examen rectal anual a todo macho maduro y el diagnóstico
más preciso se hace por medio de una ecografía
abdominal.
El tratamiento de la hiperplasia más efectivo es
la castración. Pasados 7 a 14 días de realizada
ésta, la próstata reduce en un 70 % su tamaño
lo que da alivio notorio a los síntomas. Suele
pasar que los dueños no aceptan la castración
de su mascota como solución y esto precipita al
uso empírico de antibióticos y antiflamatorios,
que dan una mejoría temporaria pero no solucionan
el problema.
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